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Mi gran día…

  • Rocio Bergillos
  • 2 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Este no es un artículo cualquiera... es la historia de Rocio Bergillos.

La he leído muchas veces y no deja de emocionarme... Muchas, muchas gracias, por compartir el momento, la historia y por narrarla con tanto sentimiento....

Soy madre. Y como tal, no puedo decir que el día más feliz fue el de mi boda, porque el nacimiento de un hijo es incomparable. Nunca cambiaría el olor a vida en la piel de mi niña un 20 de noviembre, al del perfume y rosas de un ramo de novia. Nunca. Y sin duda, ha sido ella, la que ha hecho de mi boda, mi gran día.

Entrando a la iglesia_MGD_LePetitPepinot

Fotografía: www.dinozze.es

El pasado 19 de marzo mi pareja y yo nos dimos el sí quiero en el Ayuntamiento de Terrassa. No fue una boda preparada con 2 años de antelación, pues cuando tienes un bebé las prioridades ya son otras y el tiempo son 24 horas al día. Pero esos 6 meses de preparativos fueron en busca del encanto, la delicadeza y el amor en cada detalle. Y tras haber ideado cómo iba a ser ese gran momento, mi pequeña de 16 meses decidió que el rumbo de la boda estaba en su mano. Pues sí. Mi padre falleció a los 2 meses de embarazo y yo no quería que nadie ocupara su lugar, por lo que tenía claro que quería entregarme a mi futuro marido sola, sin padrino, tan solo con la presencia de la persona más importante para nosotros: nuestra hija. Todo estaba preparado para que ella fuese delante de mí con su cestita portadora de los anillos, pero ¿qué entiende un bebé de una boda? Lo tengo claro: extrañeza. Para ella tuvo que ser todo muy raro y no quería separarse de mí ni un segundo. Por lo que entré a la ceremonia con ella en brazos, tras subir todos los peldaños que me llevaban a mi futuro marido, con velo, cola, y mi pequeña. El momento de aparecer por la puerta, y ver como su niña y su mujer se dirigían a él ha quedado grabado a fuego para siempre en mi corazón. Allí estábamos los tres: mi familia. Casándonos. Y esa unión es mucho más que un día de celebración, invitados y fiesta. Esa unión es familia. Y, para mí, lo más sagrado.

Fotografía: www.dinozze.es

Mi pequeña, que seguiría sin entender por qué mamá llevaba un vestido con tanta tela y por qué papá estaba tan emocionado, buscaba la protección, el calor y arrullo de su madre. Y es que, ¿qué debe entender un bebé de una boda? Nada. Y yo no estaba dispuesta a permitir que un día tan maravilloso para nosotros, fuese tan horrible para mi pequeña. Ella buscaba mi pecho, encontraba su paz. Y qué es la familia sino una entrega total. Así que en plena ceremonia viví un momento mágico: le di el pecho a mi hija Rocío. Y esa imagen, tan bella como inusual, es un regalo para toda mi familia, para aquellos que celebraron ese día con mi marido y conmigo. Y sé, porque así me lo habéis constatado, que también lo ha sido para tantas otras madres que adoran a sus hijos y que se alegran de que poco a poco se pueda normalizar la imagen de una madre dándole el pecho a su pequeño, sea en una sala de lactancia o en un museo, tenga 4 meses o 2 años. Porque un bebé no entiende los convencionalismos de la sociedad, y porque un bebé no sabe que ya es grandecito para seguir tomando el pecho. Un bebé solo quiere sentirse seguro, en el calor de los brazos de su madre, en el amor incondicional de su corazón.

MGD_BebeLlora_LePetitPepinot

Fotografía: www.dinozze.es


Mi hija, un 19 de marzo, quiso que su madre estuviera con ella. Que la cogiera. Que la mimara. Que le diera su tetica como cada día. Y nos regaló el momento más mágico que pudo simbolizar la unión de una familia: los tres, entregándonos al amor, para siempre.


Rocio Bergillos

MGD_BebeTetadica_LePetitPepinot

Fotografía: www.dinozze.es

Muchas Gracias Rocio desde www.lepetitpepinot.com por contar y compartir esta bonita historia.

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